LaNacion - Aún con fallas visibles, los CD andan bien; pero no se puede saber hasta cuándo será así...
Viajemos cien años al presente. Del gramófono que comenté la semana última a mi colección de CD, que de a poco, al azar, un poco como opera el destino, va deteriorándose. Mi copia de una grabación histórica de los conciertos para violín y orquesta de Beethoven y Brahms, interpretados por el genial Jascha Heifetz, ya tiene un manifiesto agujero en la placa de aluminio. Como conté alguna vez, el segundo disco del álbum doble The Lamb Lies On Broadway , de Genesis, está visiblemente deteriorado. El que más me preocupa es un doble con los conciertos para órgano de Händel, por Trevor Pinnock. Lo compré hace unos veinte años y en aquella época las discográficas añadían una delgada hoja de espuma de goma para "proteger" los discos. Lamentablemente, este material se degrada con los años y en este caso se adhirió a la etiqueta, que está peligrosamente carcomida.
Ya me da un poco de miedo seguir revisando la colección. En todo caso, no sé ni puedo saber cuáles discos han empezado a dañarse, ni cuáles ya entraron en un proceso de decadencia cuyos síntomas se verán el año próximo. O dentro de una década.
Es verdad que si una placa se daña es posible comprarla de nuevo, pero no todas vuelven a editarse y, por otro lado, ¿no iban a durar un siglo los compactos? Por una asociación más o menos obvia, los discos del gramófono me hicieron mirar nuevamente en dirección de mi colección de música láser.
El que haya fallas visibles en un CD no significa que ya no sirva. La cuestión es que no podemos saber cómo sigue la historia, porque la experiencia con esta tecnología se remonta a tan sólo 25 años. Se puede emular artificialmente el paso del tiempo, pero no puedo hacerlo con mis propios discos. Así que me propuse idear un salvamento masivo, al menos como experimento.
Lo primero fue ampliar el espacio de almacenamiento en la computadora donde se guardarían los discos. Compré un Western Digital de 250 gigabytes (GB) y lo instalé en la Pentium 4 a 3.0 gigahertz (GHz), que ahora ha pasado a hacer trabajo de proxy y depósito de datos. Prefiero varias unidades de menor capacidad que una sola más espaciosa. Es decir, entre un disco de 500 GB y dos de 250 GB, elegiré siempre la segunda opción. El resultado es más seguro y ágil.
Luego, necesitaba un formato de compresión sin pérdidas. MP3 no era una opción, ni tampoco Ogg Vorbis o WMA. Bien configurados suenan bien, pero mi proyecto era tener un respaldo idéntico, bit por bit, para poder restaurar exactamente las placas que pudieran fallar irremediablemente en el futuro. FLAC (por Free Lossless Audio Codec ) era la mejor opción, por su calidad y porque es código fuente abierto; pensaba encomendarle la misión a la Core 2 Duo, donde está Linux. Por lo tanto, encontraría buen soporte para FLAC. El códec, dicho sea de paso, admite etiquetas, con lo que sería luego mucho más fácil identificar y archivar los discos.
¿Por qué Linux? Por preferencias personales. Se puede hacer igual de bien con Windows, e incluso mejor, en ciertos casos especiales, como se verá enseguida. Eso sí, hay que tomarse el trabajo de desactivar el antivirus y otros procesos que, Murphy mediante, se iniciarán justo cuando se está llevando adelante el delicado trabajo de extraer el audio de los discos (backup, actualizaciones automáticas y antiespías, por ejemplo). En Linux no hace falta un antivirus y sólo hay que desactivar algunas tareas de segundo plano, de haberlas. Por añadidura, quería usar Grip ( http://nostatic.org/grip/ ), un programa de extracción de audio que vengo usando desde hace años y me ha probado sobradamente que es capaz de soportar semanas enteras de operación sin fallar. Además, es lindo. Así que decidí no innovar en este sentido. Grip puede usarse con cdparanoia ( http://xiph.org/paranoia/ ), el software que emplearía para leer fielmente los datos de los discos compactos, algo más parecido a un arte que a una ciencia.
Por ejemplo, la lectora de CD es por sí misma una cuestión capital. No todas son igual de precisas ni ofrecen las mismas funciones de lectura. El principal defecto de la versión actual del cdparanoia es que no puede desactivar el caché de audio que utilizan algunas lectoras, algo que puede obstaculizar la extracción precisa de sonido. El que una lectora haga o no caché de audio es un dato bastante difícil de averiguar y no figura en las especificaciones de los equipos. En mi caso, y tras varias pruebas, pude determinar con bastante certeza que la lectora que iba a usar no hacía caché de audio, de modo que podía encomendarle la misión a Linux, Grip y cdparanoia . De otro modo, hubiera tenido que usar Exact Audio Copy (mejor conocido como EAC) en Windows.
Lo cierto es que gran parte del resultado dependerá de la calidad de la lectora de CD. Si no es posible hacer dos extracciones de una pista idénticas (puede comprobarse eso con un programa como CloneSpy , www.clonespy.com ), entonces es probable que estemos haciendo algo mal; probable, no seguro. La palabra final la darán nuestros oídos, sin duda. Esta parte de la preparación fue lo que me llevó más tiempo; casi una semana de mis ratos libres.
Comprimir sin perder
FLAC reduce un compacto más o menos al 50 por ciento de su tamaño original. Calculé que iba a necesitar entre 90 y 120 GB para almacenar toda la colección. Pero, para hacer las cosas correctamente, tendría que crear también un respaldo en otra máquina de la red y, naturalmente, pasar alguna vez todo a DVD. Más de 20 DVD, estimé. Bueno, tal vez era tiempo de empezar a pensar en los HD DVD-R.
Hechas las pruebas, el primer paso fue preparar el sistema para la extracción del audio. Miré los estantes llenos de discos y me pareció una misión desmesurada. Fue fácil juntar coraje. Saqué la placa de Heifetz, la miré al trasluz, detecté la perforación y de inmediato puse manos a la obra.
Grip ya estaba instalado en Linux, pero no FLAC. Lo obtuve del repositorio oficial (a eso me refería antes con soporte) y en cosa de cinco minutos ya estaba listo para ripear. Los discos en peores condiciones, o al menos aquellos que ya había detectado que estaban muy mal, fueron los primeros. Los pacientes más delicados fueron salvados sin novedad. Posiblemente los CD sean más resistentes de lo que parecen pero, de nuevo, mejor prevenir que curar. Hice una escucha detallada y luego otra comparativa al azar, siempre con auriculares en un ambiente silencioso, y no detecté fallas.
Software para Windows
Las opciones para Windows son muy buenas y también gratis, aunque no siempre de software libre. Puede usarse dBpoweramp ( www.dbpoweramp.net ) o el excelente Exact Audio Copy ( www.exactaudiocopy.de ), que además verifica qué tan precisa es la lectora de compactos. El codificador FLAC está también disponible para Windows ( http://flac.sourceforge.net/ ).
Cualquiera sea el programa que se use, lo primero que se obtiene es un archivo con la extensión .wav. Es decir, el audio original del CD grabado en el disco duro. Ese archivo es el que puede comprimirse con FLAC. Hay dos estilos para hacer esto. EAC extrae cada pista, la comprime, y luego repite el proceso con la siguiente; es más seguro. Grip es más eficiente, porque comprime mientras extrae la siguiente pista. Con Linux, que maneja muy fluidamente la multitarea, y un microprocesador de doble núcleo, este malabarismo no dañaría la calidad final. De hecho lo he probado con compresión MP3 en equipos tan lentos como Pentium III con 256 MB de RAM, y las pistas quedaron impecables. (EAC también puede extraer y codificar simultáneamente, dicho sea de paso. Eso se configura en las Opciones de EAC>Tools. No obstante, en Windows, prefiero la variante predeterminada.)
Una vez preparada la tarea, el resto es más bien mecánico, y aburrido. Una pila de discos a la izquierda en mi mesa de trabajo, que van pasando a la derecha a medida que los salvo en el disco duro. Cuando se acumulan unos 10 GB de archivos FLAC, los muevo a la otra máquina para mantener despejado el disco duro donde se está extrayendo el audio. Una tarea de backup en segundo plano hace una copia en otro disco de la Core 2 Duo durante la noche, es decir, cuando no estoy ahí para cargar discos.
Una última actualización del procedimiento, con el que sigo experimentando. Puesto que la idea es poder restaurar los discos que fallen, es muy probable que opte finalmente por extraer las imágenes de los discos con EAC (en Windows) y crear lo que se conoce como cue sheet. Luego, sí, comprimir con FLAC. Es más lento y complicado, pero es posible recuperar un disco más fácilmente en el futuro.
El valor de lo valioso
¿Costo? Por los 250 GB de disco duro, algo más de 350 pesos. Todo el software que usé es gratis, aunque hay también excelentes programas comerciales. Y si esta larga y lenta tarea de salvar compactos termina en DVD, serán entre 60 y 100 pesos en discos; la cifra es tan alta, en este caso, porque de la información valiosa hay que hacer doble copia. No sirve de nada tomarse un trabajo que durará varias semanas (o meses, dependiendo de cuánto tiempo tenga para estar cerca de las computadoras), para crear un solo backup.
En total, el gasto estará en el orden de los 450 o 500 pesos. Además, podrá deducirse más tarde el costo del disco duro, porque la idea no es escuchar estos archivos, sino guardarlos en DVD en condiciones óptimas de luz, temperatura y humedad, por si alguna vez se los necesita. A propósito, eso conllevará crear una pequeña base de datos, para ubicar rápidamente el DVD que tenga el disco que necesitamos restaurar.
En todo caso, para una colección que construí amorosamente durante 21 años, comprando los discos a veces con bastante esfuerzo, no parece un costo desmesurado.
Ahora bien, si la colección tuviera, como la de un colega, 5000 compactos, habría que pensar en alguna otra solución. Primer problema, el tiempo. Un CD se ripea a tres o cuatro veces la velocidad de reproducción normal, si se quiere obtener una buena calidad. Eso significa que llevaría unos dos meses solamente extraer el audio, sin contar la manipulación de las placas y la compresión. Y de remate, harían falta más o menos 350 DVD-R, es decir 700, para guardar todo por duplicado. Cada DVD tarda una media hora en grabarse (puede ser menos, pero no mucho menos, sobre todo si activamos la verificación de los datos grabados), así que estamos hablando de otros dos meses ininterrumpidos de grabación del backup en soporte óptico.
Definitivamente, con una colección así, se impone esperar al HD-DVD-R, usar cintas de backup o salvaguardar solamente los incunables.
Por Ariel Torres
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